Cuando los demonios acechan.
Se cuelan bajo la puerta.
Eres tú
frente a ti
frente a ellos,
salen a bocanadas por los poros de tu piel.
Tu reflejo no rehuye
está donde no lo quieres ver
chocando contra las paredes
y siguiendo la dirección de tu mirada.
Bajo este recelo que te envuelve
tu delirio se enreda
y golpea fuerte la puerta
pidiendo tiempo.