Soledad
te comparto,
aunque no te dejes.
Las dos sabemos que la una sin la otra no es nada,
pero ¿por qué no respirar el aire de pulmones ajenos?
De la mano
paseamos por callejuelas,
doblamos esquinas…
Se te antoja llevar el mando,
y mi silueta,
sobre el candente empedrado te respalda.
El calor y tu propio peso
nos lleva a ¡otra más por favor!
El hueco sigue aquí.
Y en cascada caes con el olvido,
hasta mañana
Imagen: Angelina Mary Carlton